martes, 4 de septiembre de 2007

Madrid-Cercedilla, Etapa 1

Distancia: 76,6 km
Tiempo pedaleado-empujado: 5h43m
Tiempo empleado: 11h y media más o menos
Velocidad media: 13,4 kmh

Salí de casa a las ocho menos diez, el plan era salir algo más tarde, pero los nervios me lanzaron a la calle a esa hora. Elisa bajó conmigo a despedirme y me hizo la foto en la puerta de casa con la bici, mi Camino de Santiago acababa de empezar. Después de besos y despedidas salí por el mismo camino que cojo todos los días para ir a trabajar para coger la Castellana hasta arriba y llegar a Fuencarral. Allí tomé el carril bici de Colmenar sin mayores problemas y enseguida me planté en Tres Cantos. Una vez ahí, y después de haber visto la primera flecha amarilla,

momento emocionante por cierto, seguí el consejo de Agustín y me metí por camino hasta Colmenar, el camino, como me habían dicho es bastante bonito y sólo me tuve que bajar de la bici en un par de ocasiones, en unas bajaditas trialeras que deben ser fáciles, pero si al hecho de llevar alforjas le añadimos que soy bastante paquete bajando... El caso es que llegué a Colmenar antes de las 11, justo a tiempo para desayunar en una cafetería y llamar a Elisa par informar de los progresos.
El plan original era seguir por el carril bici hacia Soto y coger carretera hasta Manzanares, pero cuando pedí indicaciones para coger el carril bici a un equipo del Samur, me dijeron que ni loco, que meterse por carretera el 1 de septiembre era suicida, que no querían verme otra vez ese día... total, que me acojonaron y decidí seguir por camino, según la guía una cómoda cañada. El resultado fue que me cargué un enganche de las alforjas creo que bajando una especie de escaleras naturales y estuve empujando la bici varios kilómetros, el Camino de Santiago por ahí es, por lo menos para mí, inciclable. Aunque bonito, eso sí.


Una vez llegado a Manzanares decidí parar a comer un pincho de tortilla y un par de Coca-Colas, coger agua y seguir y al salir me encontré con Pedro, un bicigrino veterano que estaba dando una vuelta por allí y que me acompañó unos kilómetros, hasta la ermita de San Isidro, junto a la Pedriza donde me paré a comer unos Sandwiches que llevaba y dar una cabezada pero justo cuando me disponía a echar la siesta vi a dos peregrinos que venían en dirección contraria así
que me acerqué a hablar con ellos y resultaron ser Nacho, un chico madrileño que había ido a pie por el camino de Madrid hasta Oviedo, de ahí a Santiago y estaba volviendo por el Camino Francés y el de Madrid hasta casa, dos meses andando ahí es nada y Pepiño do Camiño, un enamorado del Camino que había sido profesor suyo y que le estaba acompañando los dos últimos días.

En un momento, Nacho me hizo un retrato en un cuaderno que llevaba donde iba dibujando gente y cosas que encontraba en el camino y luego me regaló una cruz de santiago para que la pusiese en las alforjas porque no llevaba ningún símbolo jacobeo. El espíritu del camino comenzaba a notarse. Me despedí de ellos, nos deseamos buen camino y seguimos, cada uno en nuestra dirección. Al poco me paré a sujetar la alforja del percance con una brida porque se soltaba continuamente y llegué a Mataelpino ya bastante cansado y sin agua así que entré en el pueblo para buscar una fuente. Allí pregunté a tres señores que estaban sentados en la plaza en una terraza y me dijeron que entrase en el bar, que el dueño invitaba a los peregrinos a tomar algo así que entré y efectivamente me pusieron una Coca Cola por la cara y me llenaron los bidones con agua fresquita, salí a tomarme la Coca- Cola con los señores que me habían indicado y allí hablando un rato, uno de ellos que era de Almería me regaló una linterna minúscula para usarla en los albergues y que me acordase de él, cosas que he hecho todas las noches (Ya empezamos con las cosas mágicas Antonio). Me despedí de ellos y siguiendo sus indicaciones me dirigí a Navacerrada Pueblo. Pasé por una vaguada prreciosa con un riachuelo, árboles y un montón de vacas y así alternando arcen y camino llegué a Navacerrada ya tocadillo, entre el calor, el empujing y las subiditas continuas me quedaba poco fuelle.

Para salir de Navacerrada hay que subir una cuesta larga, que subí empujando la bici y luego trepar por una cuesta de tierra por la que aún no se cómo subí la bici para salir a la carretera junto a la Fonda Real, mi recomendación es coger la carretera al principio del pueblo y subir por ahí. Cuando empezaba a subir hacia el puerto de Navacerrada para coger el camino que baja hacia Cercedilla salió un camarero de la Fonda Real y me dijo que bajase a Cercedilla por carretera, que el camino no era bueno para bici y en ese punto, con las fuerzas que me quedaban le hice caso y llegué a mi destino por carretera. Allí después de dar unas vueltas preguntando y con la ayuda de un camarero del Mesón Longinos encontré el convento del que me habló Agustín que se llama Miradero Calasanz donde, aunque me dijeron que tenía que haber llamado para avisar, me acogieron y me dejaron meter a Calixta, mi bici. Allí me duché, cené un Sandwich y me fui a la cama después de hablar con Elisa.

Besos a todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Roncan los curas como en las películas?

Pablo C. dijo...

No lo se porque me dieron una celda para mi solito, aunque ahora que lo pienso supongo que sí, y que sería por eso.