jueves, 13 de septiembre de 2007

Santiago Santiago

Esta mañana, las ganas de tirar a Finisterre se habían esfumado y de pronto el plan de pasear por Santiago me ha resultado mucho más atractivo así que después de desayunar el el Hostal de los Reyes Católicos por la patilla que tiene su punto , me he quedado a ayudar a los maños a cargar todo en el coche de alquiler y despedirles y estoy en la entretenida tarea de pasear por Santiago y adquirir souvenirs que tampoco está mal.

Cuando llegue a Madrid reescribiré un poco las etapas que he escrito resumidas y añadiré fotos, gracias a todos los que habéis escrito o llamado por teléfono y alos que habéis seguido esta miniaventura. No sabía si sería capaz de lleger a Santiago y la satisfacción de haberlo hecho es inmensa, los momentos vividos y la gente que he encontrado también es una pasada.

Besos a todos y recuerdos de Santiago para todos, especialmente para los que habéis compartido algún Camino conmigo.

Pablo.

Arca Santiago, Etapa 12

Distancia: 20,8 km
Tiempo pedaleado: 1h 45min
Tiempo empleado: 1h 45min
Velocidad media: 11,8 km/h

Con la que liaban algunos en el albergue nos levantamos pronto para descubrir que no teníamos desayuno porque alguien se lo había comido, pero con algo de pan que nos había sobrado de la cena y mantequilla, arreglamos un desayono medio decente y salimos hacia Santiago. Los kilómetros hasta la catedral se hicieron lentos porque encontramos bastantes cuestas, algunas muy largas, y hordas de peregrinos a pie a los que hay que ir adlantando, intercambiando saludos y felicitaciones, pero aún así, a eso de las 10 y media llegamos a la Plaza del Obradoiro. Allí me emocioné, eché las lagrimillas que tocaban y después de hacernos fotos y fotos, nos fuimos a la oficina del peregrino a recoger la Compostela al salir nos buscamos una pensión porque deciimos que nos habíamos ganado el derecho a sábanas y toallas después del camino y de ahí a la catedral, a dar el abrazo al Santo y a oir la misa del Peregrino. Cuando dijeron lo de "Un peregrino de Madrid que salió de Madrid" me volví a emocionar, blandito que es uno.
Al salir de misa nos dimos una ducha y nos fuimos a comer una mariscada de celebración de la que además salimos cada uno con una vieira de recuerdo.

LA tarde la pasamos de compras y por la noche, después de cenar con un granadino que había hecho la vía de la plata estuvimos un rato oyendo a la tuna compostelana (más tipicall imposible) y de ahí a la cama, yo decidido a salir l día siguiente hacia Finisterre con un tornillo de una cala de Santiago para sustituir el apaño y los otros tres pensando en la vuelta a casa. Antes de llegar a la pensión, me acordé de lo del desayuno en el Hostal de los Reyes Católicos para los 10 primeros peregrinos y preguntamos, como nos lo confirmaron decidimos levantarnos pronto y probar suerte. Yo volví con el trípode a fotografiar la catedral de noche y luego nos acostamos.

Palas de Rey-Arca, Etapa 11

Distancia: 51,7km
Tiempo pedaleado: 4h 15min
Tiempo empleado: unas 8 h
Velocidad media: 12,15km/h

Como no nos daban las bicis hasta las 8 y media, dormimos hasta las 8, el día que más y después de tomar yun café salimos, Roberto y José Antonio de Zaragoza, Santiago, de Tudela y yo. En un rato nos plantamos en Melide, y como es tradición y casi eran las 11 nos hemos tomado la obligada ración de pulpo con su ribeiro para acompañar, después de eso seguimos avanzando por una sucesión interminable e indistinguible de aldeitas por corredoiras preciosas con algunos repechos de echar los higadillos pero avanzando poco a poco hasta el alto de Sta Irene donde me he dado cuenta de que había perdido el tornillo de una de las calas. Allí estaba la pareja checa que encontré en Segovia y en algún otro punto del camino y al chico se le ha ocurrido probar con uno de sus tornillos del portabidón y hete aquí que funciona, al menos en unos pedales Time engancha con un poco de trabajo, pero engancha y así pude seguir hasta encontrarme en un bar con Roberto y José Antonio y esperar a Santiago que venía un poco por detrás. Juntos decidimos, con algo de oposición por parte de José Antonio, dormir en Arca, a 18 km de Santiago para tener nuestra entrada triunfal en la Plaza del Obradoiro al día siguiente.
Allí en Arca, nos hemos organizado para preparar un arroz a la cubana, el primer día que guiso pra comer en el camino, y para poner lavadora y secadora que me han venido de perlas.
El albergue de Arca deja un poco que desear en cuanto a mantenimiento y limpieza y la gente que durmió allí bastante en lo que se refiere a educación, nos despertaron al acostarse tarde encendiendo las luces, al levantarse pronto haciendo ruido y hablando y para redondear la experiencia comiéndose el desayuno que habíamos comprado. Pero no nos importó demasiado, porque en unas horas llegaríamos a Santiago.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Samos Palas de Rey, etapa 10

Distancia: 66km
Tiempo pedaleado: 4h 47min
Tiempo empleado: unas 8h
Velocidad media: 13,8 km/h

Ha sido probablemente la etapa más dura porque es un auténtico rompepiernas, continuamente se sube y se baja. Quería haber llegado a Melide a comer pulpo como está mandado pero no ha podido ser.
Se nota que estamos a menos de 100km de Santiago, esto está lleno de peregrinos con los més diversos planteamientos. Un poco estresante.

Villafranca del Bierzo Samos, Etapa 9

Distancia: 68,2km
Tiempo pedaleado: 4h 26min
Tiempo empleado: 7h y media
Velocidad media:15,3km/h

Otro mito superado, subí el Cebreiro sufriendo lo justo en dos rampas un poco peores, pero más o menos bien, luego quedaban el alto de San Roque y el del Poio que dolieron un poco pero no me detuvieron.
La noche en Samos donde por fin visité el monasterio, ventajas de llegar a una hora decente, es una preciosidad.

Sta Catalina de Somoza- Villafranca del bierzo, Etapa 8

Distancia: 76km
Tiempo pedaleado: 4h 56min
Tiempo empleado: unas 10 h

No he fallecido, superé la Cruz del Ferro, la segunda de mis metas en este camino, donde tenía que hacer un recadito porque llevaba una piedra muy especial, con nota. Sin bajar de la bici y con sólo una parada en Foncebadón para hacerme una foto en una cruz que Elisa recordará muy bien.
En la bajada paré a sellar en Manjarín pero no estaba Tomás, estaba en la fiesta de la Encina en Ponferrada hasta donde fui para visitar la exposición de las Edades del Hombre y esquivé gente hasta que salí hacia Cacabelos para comprobar que Prada a Tope ya no es lo que era, de hecho ya no se llama así y no tienen detalles con el peregrino, lo siento Elías.
Iba a salir hacia Villafranca pero un municipal me dijo que esperase unas horas que hacía demasiado calor y era cierto así que lo hice.
En Villafranca dormí en el albergue de Jato así que cumplí con otra de las tradiciones de mis caminos, una pasada como siempre.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Mansilla de las Mulas Sta Catalina de Somoza, Etapa 7

Distancia: 80km
Tiempo pedaleado: 4h 46min
Tiempo empleado: unas 8h
Velocidad media: 16,8 km/h

La entrada y salida de León son criminales, pero la etapa no ha estado mal, un poco de demasiado calor pero llevadero.
Mañana empieza lo serio, puertecito, el de la Cruz del Ferro, si sobrevivo os contaré.

He hablado con Ana y Cristina que han aprobado el examen, que lo sepa todo el mundo.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Villalón de Campos Mansilla de las Mulas, etapa 6

Distancia: 77km
Tiempo pedaleado: 4h 1min
Tiempo empleado: unas 6 horas
Velocidad media: 19,2 km/h

Ya estoy en el Camino Francés, emocionado y reviviendo otros caminos.
Muchos peregrinos y muchas sonrisas.
Mañana o cuando pueda, os cuento más.

Escribo desde el albergue, con eso lo digo todo.

Después de hacer tiempo en la cama para levantarme un poco más tarde porque había prometido a Clara y a Luisa que les iba a ayudar con la rueda nos levantamos y desayunamos para comprobar que Luisa no lleva gato. Afortunadamente tiene el coche asegurado en la Mutua y los del Club Repsol se hicieron< cargo del tema. Como no era necesaria mi asistencia partí, equivocándome de camino y di un buen rodeo por la carretera que pasa por Villada con un viento muy, muy molesto todo el rato. En un momento me pasaron en coche Clara y luisa que iban a Sahagún ya con rueda nueva. Como pude y después de circunvalar Villada interminablemente llegué a Grajal de Campos donde retomaba el camino que debía haber llevado desde Villalón y allí visité la iglesia, el palacio y vi el castillo por fuera además la visita al palacio me sirvió para rellenar los bidones porque según me dijo una chica en la iglesia, en el pueblo no hay fuentes. el palacio está medio reconstruido, y uno se puede meter por un montón de estancias llenas de escombros que no dan mucha sensación de seguridad, es bastante curioso. Desde allí di un rodeo para ver el monasterio de San Pedro de las Dueñas que está muy cerca pero es mejor ir preguntando por que no hay indicaciones, mereció la pena. Me lo enseñó una señora mayor que vive enfrente y el monasterio es muy bonito, luego se empeñó en que tenía que ver el jardín de las monjas que tienen en la hospedería y hasta que no me asomé no descansó, además me dijo que no me preocupase que ella me cuidaba la moto:). Estuvimos hablando un rato y se quedó muy sorprendida de que a los peregrinos no nos fuese dando de comer el Ayuntamiento, o el Gonbierno o la Iglesia o alguien...De allí seguía Sahagún por carretera. Al llegar me emocioné un poco con eso de haber acabado el Camino de Madrid y empezar a ver peregrinos por todas partes. En el albergue me sellaron y me guardaron la bici para que desayunase por que si la dejaba en la calle... me temo que este es otro Camino distinto del que había traído desde Madrid. La sensación fue extraña, por un lado alegría por haber cubierto el primero de los objetivos de mi Camino, emoción por ver más peregrinos y rodar por caminos conocidos con todos sus recuerdos y por otro la sensación de entrar en un rollo más comercial, algo masificado... un lío vamos.
Salí de Sahagún por una pista de tierra y a las primeras peregrinas que adelanté fue a Clara y a Luisa, coincidencias. Desde ahí hasta el burgo Ranero me salí al asfalto que va paralelo al camino diciendo ¡Buen Camino! a todos los peregrinos que adelantaba, es decir, muchas veces. En el Burgo Ranero comí un menú y después entré en el albergue a reposarlo un poco, allí estuve hablando con la hospitalera voluntaria que es un encanto y que había hecho el Camino desde Madrid andando hacía tiempo aunque curiosamente en ninguna de las ocasiones en que había hecho el Camino había llegado a Santiago, ese rato de conversación me sirvió para rememorar el placer de hablar y compartir tiempo y experiencias con gente en el camino, una gozada. Al cabo de un rato decidí seguir hasta Reliegos por la misma carretera que traía, llegué allí y tras comprobar que no había agua caliente y ver que sólo quedaban 5 o 6 km hasta Mansilla de las Mulas seguí tirando. Un acierto, el albergue es una pasada con un ambiente buenísimo, está al cargo de Lobo y Laura, dos personajes entrañables y dentro hay un patio lleno de geranios que es una maravilla, había muchos más extranjeros que españoles pero el ambiente era muy bueno.
Estuve cenando con Javier, de Irún, que estaba volviendo a casa desde Villagarcía de Arosa por el Camino, con dos cojones. Me dijo que me acordaría de él cuando bajase la Cruz del Ferro viendo las rampas que había tenido que subir y lo hice, desde luego. Luego tuvimos un rato de tertulia en el patio y a dormir, que parece que la gente se acuesta a las 9 para amanecer a las 5.

Ciguñuela-Villalón de Campos, Etapa 5

Acabo de cargarme los datos de ayer y no los tengo apuntados así que si alguien se acuerda de lo que puse se lo agradeceré. El ordenador que uso está en alemán y no se le puede dar a aceptar sin más. Sólo recuerdo que fueron 59 km

Salí por la mañana temprano y después de dejar la llave en el buzón indicado subí a hacer una foto a la estatua que me había gustado, esta vez con luz natural. Salí de Ciguñuela por una pista de tierra y grava bastante cómoda hasta Wamba donde intenté en vano visitar la iglesia y el osario. Parece ser que la encargada de enseñarlo sólo lo hace los fines de semana así que después de ver la iglesia por fuera y hablar con varias personas que me confirmaron lo de los fines de semana salí hacia Peñaflor de Hornija y como la guía califica el camino de " tan pedregoso como ancestral" y ya había tenido ocasión de padecer sus "cómodas cañadas" fui por carretera hasta allí.
Como no encontré bar abierto para desayunar y siguiendo las indicaciones de una vecina salí por carretera para enlazar enseguida con un cuestón de tierra que me dejó, jadeante, en la pista que lleva hasta Castromonte. Allí desayuné y salí hacia Medina de Rioseco, como aquí el camino va paralelo a la carretera, me tiré por carretera y llegué en un pispás pasando por Valverde de Campos. En Medina que es un pueblo muy bonito por el que habría merecido la pena dar una vuelta de no ser porque había mercadillo y las calles estaban colapsadas, visité la iglesia de Santiago que es una pasada y la capilla de los Benavente y salí por el Canal de Campos que es un ramal del Canal de Castilla que es una obra de ingeniería digna de verse, se construyó pensando en transportar mercancías en barcazas por él pero entre que lo acababan y no que llevó unos años llegó el ferrocarril que resultaba más cómodo y se quedó en un canal de riego enorme. En las dos orillas tiene pistas de tierra bastante cómodas que van entre árboles que ese día me permitieron descansar del viento que me había estado castigando toda la mañana y así llegué hasta una pista que lleva a Tamariz de Campos donde empecé a tener dificultades serias con el viento que ya se sabe que es lo único que no da por culo al ciclista, le da de cara. De Tamariz a Cuenca de campos seguí por carretera con el viento cada vez peor y llegué allí a las dos, justo para comer y decidir si me quedaba allí adormir. En el restaurante me encontré con una peregrina (por fin), Clara, y comimos juntos, lo de comer acompañado es un lujo que se agardece mucho. Ella venía a pie desde Colmenar Viejo y me dijo que iba a dormir en Villalón de Campos (famoso por su queso) donde se iba a juntar con una amiga que la acompañaría un par de etapas hasta Sahagún donde ya se volvía. Reconfortado por la comida y ante la perspectiva de compañía decidí seguir hasta Villalón a donde se llega por una vía verde sin asfaltar muy cómoda. Por el camino avisé al SEPRONA por que vi un halcón o similar enredado en una red en el tejado de la ermita de San Bernardino que me desvié a visitar, espero que fuesen.
En Villalón visité la iglesia que es muy bonita y el Rollo que según los de allí es el más bonito del mundo, y bonito es. Al volver al albergue estaba llegando la pareja de ciclistas Checos que vi en Segovia con lo que nos juntamos en en albergue, que dicho sea de paso está muy bien, cinco peregrinos. Este albergue es el primero en el que encontré hospitalero, un hombre muy majo que me estuvo informando sobre dónde podía encontrar Internet, nos aconsejó dónde cenar que cenamos muy bien... Sobre qué albergue era mejor para dormir en León, normas de los albergues del Camino francés para los ciclistas... Luego estuve esperando con Clara a su amiga Luisa que hizo una entrada triunfal reventando una rueda del coche contra el bordillo de la acera, pero así lo dejamos y nos fuimos a cenar los tres y luego a dormir. Tardé un rato en dormirme porque al día siguiente cubriría la primera meta de este Camino, llegar a Sahagún donde tomaría ya el Camino Francés con un rollo totalmente distinto, muchos peregrinos, albergues más ocupados... y además un camino que ya conocía a pie, con muchos recuerdos, sensaciones...

Besos a todos.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Coca-Ciguñuela, Etapa 4

Distancia: 69km
Tiempo pedaleado-empujado: 3h 56min
Tiempo empleado: unas 8 horas
Velocidad media: 17, 58km/h (Castilla es ancha y plana como pecho de varón)

Al levantarme y salir del albergue, resignado a tirar por camino y que fuese lo que Dios quisiese me encontré con un vecino que me preguntó por donde iba a tirar y me recomendó que siguiese justo la opción que había visto Elisa, ¿magia? ¿Un "angel del camino"? El caso es que le hice caso y me planté en Alcazarén en una hora y media de carreteras secundarias muy bonitas entre pinares pero a salvo de la arena y la vuelta sólo me supuso 3 km más que los que daba la guía para el camino. En Alcazarén desayuné en el bar de Pepín, que me habían recomendado y es que el tal Pepín es otro enamorado del camino con el que se puede echar una buena charla y además obtener información útil sobre el Camino. Me recomendó que, ahora sí, siguiese por los pinares, que aunque tuviesen arena, esta vez era compacta y ciclable y si no me iba a perder uno paisajes muy bonitos. Le hice caso y volví a acertar.
Mi intención era acabar en Puente Duero porque me habían hablado muy bien del albergue pero como llegué allí sobre las 12 lo que hice fue comprar pan y queso, darme un homenaje y tirar hasta Simancas que parecía un lugar interesante para visitar. La siguiente sorpresa es que de Puente Duero a Simancas hay un cómodo carril bici paralelo a la carretera que es una gozada y ahí me encontré con Pablo y Aurora que son una pareja de vallisoletanos encantadores que me pidieron ayuda para subir el sillín de Aurora, ayuda que no les pude prestar porque no llevaba la llave fija necesaria, Calixta sólo gasta tornillos con cabeza Allen y las tuercas del transportín eran de otra medida. De todos modos seguimos juntos hasta Simancas y así me salvaron de tirar hacia la autovía y además me invitaron a una coca-cola. Una gente estupenda, vamos. Me dijeron que habían oído hablar de la Asamblea ciclista de Valladolid y que estaban consiguiendo algunos carriles y mejoras en la ciudad, no se yo... el caso es que el carril en el que me los encontré estaba bastante bien. En Simancas me metí un menú del día para el cuerpo porque yo lo valgo y después de reposarlo y habiendo visitado la villa, que es muy recomendable, recorrí los 6 km que me faltaban hasta Ciguñuela por una pista un poco incómoda y bajo un sol de justicia con una cuesta que llaman el repechón para rematar. Al llegar allí tuve la sorpresa de encontrar un albergue precioso en la antigua casa del maestro con todos los lujos, sábanas y toallas incluidos. este era el albergue que me habían recomendado los ciclistas que encontramos subiendo la Fuenfría y la verdad es que se habían quedado cortos en los elogios. Para acceder a Internet me dijo el alcalde, que tiene un bar en el pueblo y que fue quien se ocupó de que me diesen la llave del albergue, que fuese por la tarde a la ludoteca municipal que tiene acceso gratuito, pero resulta que esa tarde, la chica que se encarga de abrirla debía estar mala y llamó diciendo que no podía ir así que el buen hombre, en su bar me dejó entrar en Internet desde donde pude escribir las entradas de los días anteriores esquemáticamente y dar señales de vida por fin Cené muy bien en el bar y me fui a dormir después de hacer fotos a una fuente con escultura preciosa.

Segovia Coca, Etapa 3

Distancia: 57,8 km
Tiempo pedaleado-empujado: 3h 36min
Tiempo empleado: Unas 6 horas
Velocidad media 16,1km/h

Después de desayunar con Ana, o mejor, de que ella me viese desayunar, salí y aunque al principio me costó encontrar el camino en un ratillo, preguntando a la gente, lo encontré.
Comencé con una subida durilla por asfalto a Zamarramala donde no pude ver la iglesia, que debe ser bastante bonita por lo que he oído, porque era muy temprano pero sí una vista preciosa de Segovia y su Alcázar.



Desde allí a Valseca y Los Huertos por pistas anchas y cómodas pero de Los Huertos a Añe primero se pasa por una vía de tren desmantelada, llena de grava gorda y bastante incómoda para la bici y después probé un km y medio de pinar con el primero de los famosos arenales que me sirvió para saber que en adelante debería evitarlos. Es imposible cruzarlos montado aunque son bastante bonitos.



De Añe salí por carretera para luego coger una pista ancha que sube hasta Pinilla con tierra muy suelta, otro castigo para el ciclista, así que cuando llegué a Pinilla y un vecino me dijo que cogiese carretera y luego una pista de servicio de las obras del AVE ni lo dudé y me planté en un pispás en Sta María la Real de Nieva. Esta es una de las cosas buenas que tiene el Camino de Madrid, como no está masificado como el Francés y pasan peregrinos sólo de vez en cuando, casi toda la gente con la que te encuentras está dispuesta a charlar un rato, a indicarte y a desearte buen viaje. Aquí peregrinos y bicigrinos son gente rara a la que se mira con una mezcla de admiración y cariño, una gozada, vamos.
Con tanta tierra la cadena de la bici me pedía a gritos el tratamiento especial Barreiro que consiste en un cepillado amoroso con cepillo de dientes viejo y gotas de aceite en cada eslabón, recogiendo luego el exceso de aceite con un trapito para que no se siga pegando suciedad, así que la cepillé amorosamente y al ir a echarle aceite me dí cuenta de que se había quedado en Madrid, una oportuna ferretería me sacó del apuro y dejé la cadena como nueva.



Desde ahí y como la guía anunciaba más arenales tiré por carretera hasta Nava de la Asunción donde comí los Sandwiches que me había traído Elisa el día anterior y desde allí hasta Coca también por carretera. en Coca entré en el Ayuntamiento a preguntar por el albergue y allí me indicaron que debía ir al bar el Tejar a recoger las llaves y así lo hice. Antes de entrar en el bar me encontré con dos hermanos de in pueblo de cerca, de Iscar, que suelen salir con sus bicis para ir por la zona y que me estuvieron preguntando cómo limpiaba la cadena y si cortaba mucho ir con alforjas. Me dijeron que tenían otro hermano, profesor de instituto en Madrid y ciclista urbano habitual así que a lo mejor acabo conociendo al resto de la familia en alguna bicicrítica, tendría gracia. En el bar me dieron las llaves del Albergue y las indicaciones para encontrarlo e instalarme. El albergue es un poco viejo pero está bien, con cocina pero sin cacharros y con una tele antigua que no encendí. Me dediqué a parchear las cámaras que pinché en día anterior, a hacer la colada y a dar una vuelta por el pueblo donde visité el castillo que está bastante bien conservado lo que no hubo manera de encontrar fue la forma de conectarme a internet, hay acceso en la biblioteca, pero sólo por las mañanas. En mi paseo me encontré con dos placas bastante curiosas.






Más tarde cené dándole vueltas a cómo enfrentar la siguiente etapa porque las dos opciones que veía en la guía eran más arenales o coger carretera usando desde Olmedo la generan que va de Madrid a Valladolid y ninguna de las dos me hacía mucha gracia. Elisa me miró otra que era pasar por Fuente el Olmo de Iscar, Villaverde de Iscar y Pedraja para llegar a Alcazarén pero que no sabía si era dar mucha vuelta. En el bar el Tejar donde cené me aconsejaban camino, pero no muy convencidos y la recomendación que tenía de Agustín era evitar los arenales a toda costa.
Así que me fui a la cama con el runrún.

martes, 4 de septiembre de 2007

Cercedilla-Segovia, Etapa 2

Distancia: 38,3 km
Tiempo pedaleado-empujado: 3h8min
Tiempo empleado: 5h15min
Velocidad media: 12,2km/h

Me desperté con las piernas algo cargadas por la paliza del día anterior y mientras llenaba las alforjas me comí tres galletas y un puñado de avellanas que no es mucho desayuno pero tampoco había más. De ahí me fui al cruce de la carretera de las Dehesas a esperar a Eva que me iba a acompañar en la etapa de ese día, con la subida al puerto de la Fuenfría (el primero de mi vida en bicicleta por cierto) en un momento llegó y después de montar su cuenta nuevo, regalo de cupleaños que había sido el día anterior, momentos que aproveché para estirar un poco, salimos a pedalear. Enseguida noté que no andaba muy fino, entre el cansancio del día anterior y que empezamos a subir sin nada de calentamiento empecé a notar las piernas como palos enseguida, de corazón y pulmones iba bien, pero me costaba pedalear bastante. Así fuimos subiendo, Eva se me iba y me esperaba siguiendo las indicaciones de su GPS, que se había currado la ruta y todo la tía, una crack. Así poco a poco y con paradas de vez en cuando llegamos a un puente donde me paré a descansar, era un poco penoso, iba con todo el desarrollo metido y sufriendo. Allí entre que Eva cargó una de las alforjas a pesar de que yo decía que no lo iba a notar, que si lo noté, y que pasó un grupo de ciclistas con pinta de pros muy maqueados con sus bicis tope de gama y caras de sufrimiento y con la idea de que si estos sin alforjas van jodidos a lo mejor yo no voy tan mal volví a salir con mejores sensaciones. Además en breve la pendiente se suavizó algo y empecé a disfrutar de la subida, tranquilo, pero incluso pudiendo mirar el paisaje.

En el mirador de Vicente Aleixandre hicimos una paradita con las fotos de rigor y allí nos encontramos con un grupo de ciclistas maduritos que me contaron que habían hecho el camino hace un par de años, que procurase dormir en Ciguñuela y que evitase los arenales a toda costa que no sabían las veces que habían pinchado ahí y que habían pasado las de caín así que con consejos y todo seguimos subiendo hasta un poco antes del Mirador de la Reina donde paramos para comer un poco por que me dio un súbito ataque de hambre, comprensible dado el desayuno que había hecho.

De ahí casi sin enterarnos llegamos a coronar el puerto que al final, y a pesar de como empecé a subirlo se me hizo corto. Desde allí intentamos llamar a Elisa y Mariola para avisar de que bajábamos hacia Segovia donde habíamos quedado para reunirnos con ellas y comer Juntos y a Ana, una amiga del trabajo que vive allí y que también había quedado en ver al pasar por allí. Como no había cobertura tuvimos que dejar las llamadas para más adelante y empezamos a bajar por una pista llena de piedras que luego está asfaltada en algunos tramos. Cuando conseguimos llamar les dijimos a todas que estaríamos en Segovia en una hora y media más o menos, aunque al final fueron dos horas y media o así porque pinché dos veces seguidas la rueda de atrás.

El pinchazo fue por una espina de alguna planta que se clavó en la cubierta lo suficientemente poco como para no notarla pasando la mano por dentro pero lo suficientemente pinchada para atravesar la cubierta con mi peso sobre la bici, de ahí el segundo pinchazo. Así en un momento usé todas las cámaras que llevaba y Eva me dio la que había traído ella por si volvía a pinchar antes de parchear las pinchadas.
En un momento dado, las flechas amarillas nos indicaban un desvío a la izquierda y el GPS seguir adelante, hacia la carretera y yo me empeñé en tirar por camino, así que tuvimos un rato de empujing campo a través para llegar a Segovia por pistas arenosas y no especialmente bonitas, creo que es más recomendable la opción de bajar por pista hasta la carretera que creo que tiene carril bici paralelo y entrar por ahí pero eso será otra vez.



En Segovia encontramos a Elisa y Mariola que nos pitaron desde el coche y quedamos en el Acueducto para que aparcasen. Allí llamé a Ana que ya estaba un poco preocupada y se vino también al Acueducto. Mi idea era continuar esa etapa, pero entre que estaba cansado, la perspectiva de comer a gusto y que Ana me ofreció quedarme en su casa allí se acabó la etapa. Comimos de maravilla unas tapas en la Plaza y visitamos la Catedral con sello para la Credencial incluido y vi a otros dos bicigrinos extranjeros que luego supe que eran checos, hablé un momento con ellos y nos despedimos, luego Ana se fue a estudiar un rato y el resto dimos una vuelta, quitamos la pata de cabra que llevaba en la bici que no valía de mucho y vimos que la que le había encargado a Elisa del Decathlon no se podía poner por la pinza del freno y cambié el enganche roto de mi alforja por uno de los de las de Eva. Hacia las 8 Ana me llamó para llevarme a su casa y Elisa, Mariola y Eva se volvieron a Madrid después de una despedida sentida de Elisa que me había traído unos sandwiches y barritas energéticas, que es que es un sol . Me duché, lavé un poco de ropa y nos fuimos, Ana y yo, a tomar algo con sus amigas y luego vuelta a casa donde conocí a sus padres, cena y a dormir. Quiero dar las gracias a Ana & Family que me acogieron de maravilla y a Eva que me subió la alforja, me dió su cámara y el enganche de la alforja, esta etapa sin tanta asistencia seguro que habría sido muy distinta. Y a Elisa con sus sandwiches y todo lo demás, te quiero.

Besos par todos.

Madrid-Cercedilla, Etapa 1

Distancia: 76,6 km
Tiempo pedaleado-empujado: 5h43m
Tiempo empleado: 11h y media más o menos
Velocidad media: 13,4 kmh

Salí de casa a las ocho menos diez, el plan era salir algo más tarde, pero los nervios me lanzaron a la calle a esa hora. Elisa bajó conmigo a despedirme y me hizo la foto en la puerta de casa con la bici, mi Camino de Santiago acababa de empezar. Después de besos y despedidas salí por el mismo camino que cojo todos los días para ir a trabajar para coger la Castellana hasta arriba y llegar a Fuencarral. Allí tomé el carril bici de Colmenar sin mayores problemas y enseguida me planté en Tres Cantos. Una vez ahí, y después de haber visto la primera flecha amarilla,

momento emocionante por cierto, seguí el consejo de Agustín y me metí por camino hasta Colmenar, el camino, como me habían dicho es bastante bonito y sólo me tuve que bajar de la bici en un par de ocasiones, en unas bajaditas trialeras que deben ser fáciles, pero si al hecho de llevar alforjas le añadimos que soy bastante paquete bajando... El caso es que llegué a Colmenar antes de las 11, justo a tiempo para desayunar en una cafetería y llamar a Elisa par informar de los progresos.
El plan original era seguir por el carril bici hacia Soto y coger carretera hasta Manzanares, pero cuando pedí indicaciones para coger el carril bici a un equipo del Samur, me dijeron que ni loco, que meterse por carretera el 1 de septiembre era suicida, que no querían verme otra vez ese día... total, que me acojonaron y decidí seguir por camino, según la guía una cómoda cañada. El resultado fue que me cargué un enganche de las alforjas creo que bajando una especie de escaleras naturales y estuve empujando la bici varios kilómetros, el Camino de Santiago por ahí es, por lo menos para mí, inciclable. Aunque bonito, eso sí.


Una vez llegado a Manzanares decidí parar a comer un pincho de tortilla y un par de Coca-Colas, coger agua y seguir y al salir me encontré con Pedro, un bicigrino veterano que estaba dando una vuelta por allí y que me acompañó unos kilómetros, hasta la ermita de San Isidro, junto a la Pedriza donde me paré a comer unos Sandwiches que llevaba y dar una cabezada pero justo cuando me disponía a echar la siesta vi a dos peregrinos que venían en dirección contraria así
que me acerqué a hablar con ellos y resultaron ser Nacho, un chico madrileño que había ido a pie por el camino de Madrid hasta Oviedo, de ahí a Santiago y estaba volviendo por el Camino Francés y el de Madrid hasta casa, dos meses andando ahí es nada y Pepiño do Camiño, un enamorado del Camino que había sido profesor suyo y que le estaba acompañando los dos últimos días.

En un momento, Nacho me hizo un retrato en un cuaderno que llevaba donde iba dibujando gente y cosas que encontraba en el camino y luego me regaló una cruz de santiago para que la pusiese en las alforjas porque no llevaba ningún símbolo jacobeo. El espíritu del camino comenzaba a notarse. Me despedí de ellos, nos deseamos buen camino y seguimos, cada uno en nuestra dirección. Al poco me paré a sujetar la alforja del percance con una brida porque se soltaba continuamente y llegué a Mataelpino ya bastante cansado y sin agua así que entré en el pueblo para buscar una fuente. Allí pregunté a tres señores que estaban sentados en la plaza en una terraza y me dijeron que entrase en el bar, que el dueño invitaba a los peregrinos a tomar algo así que entré y efectivamente me pusieron una Coca Cola por la cara y me llenaron los bidones con agua fresquita, salí a tomarme la Coca- Cola con los señores que me habían indicado y allí hablando un rato, uno de ellos que era de Almería me regaló una linterna minúscula para usarla en los albergues y que me acordase de él, cosas que he hecho todas las noches (Ya empezamos con las cosas mágicas Antonio). Me despedí de ellos y siguiendo sus indicaciones me dirigí a Navacerrada Pueblo. Pasé por una vaguada prreciosa con un riachuelo, árboles y un montón de vacas y así alternando arcen y camino llegué a Navacerrada ya tocadillo, entre el calor, el empujing y las subiditas continuas me quedaba poco fuelle.

Para salir de Navacerrada hay que subir una cuesta larga, que subí empujando la bici y luego trepar por una cuesta de tierra por la que aún no se cómo subí la bici para salir a la carretera junto a la Fonda Real, mi recomendación es coger la carretera al principio del pueblo y subir por ahí. Cuando empezaba a subir hacia el puerto de Navacerrada para coger el camino que baja hacia Cercedilla salió un camarero de la Fonda Real y me dijo que bajase a Cercedilla por carretera, que el camino no era bueno para bici y en ese punto, con las fuerzas que me quedaban le hice caso y llegué a mi destino por carretera. Allí después de dar unas vueltas preguntando y con la ayuda de un camarero del Mesón Longinos encontré el convento del que me habló Agustín que se llama Miradero Calasanz donde, aunque me dijeron que tenía que haber llamado para avisar, me acogieron y me dejaron meter a Calixta, mi bici. Allí me duché, cené un Sandwich y me fui a la cama después de hablar con Elisa.

Besos a todos.